Wittgenstein y Hitler
El análisis de la crítica filosófica al nazismo, desde diferentes disciplinas y perspectivas de la filosofía, carece precisamente de la más fundamental y necesaria - y justamente por eso. Esta perspectiva resuelve varios enigmas históricos sobre el fenómeno nazi: ¿por qué específicamente los judíos? ¿cómo degeneró finalmente hasta el Holocausto? ¿y cuál es el origen de su poder desde el principio? Para todas estas preguntas ofrece una explicación necesaria, y no solo posible
Por: La Guerra de Gog y Magog
La crítica al nazismo (risible) se centró inicialmente en la moral, luego en la estética, y también hubo teoría del Estado y filosofía de la religión, pero la raíz del error nazi está precisamente en la teoría del conocimiento e incluso en la ontología, en algo contra lo que Sócrates y Platón sentían que habían advertido, es decir, en la demagogia (y por ejemplo - Heidegger y Nietzsche con lo pre-socrático y anti-platónico).
Aquí residía la genialidad de Hitler - como demagogo, no como político, comandante o pensador - algo con lo que incluso la democracia ateniense tuvo que lidiar, no solo Weimar. Es decir, el problema estaba en la verdad/mentira, en la capacidad de Hitler para mentir "la gran mentira", decirle a cada uno lo que quería oír, y dejarse llevar por su propia demagogia y convertirla en verdad, es decir, en la fantasía que se apodera de la realidad. Ni siquiera es filosofía del lenguaje, sino al contrario, su genialidad en Mein Kampf residía en sus percepciones propagandísticas, y la capacidad de crear el Holocausto fue precisamente gracias a este engaño, el ocultamiento y las declaraciones poco claras, irracionales y metafóricas.
Por eso la poesía después de Auschwitz es barbarie, y no la prosa o la pintura, porque lo que se demostró corrupto fue la metáfora y la imaginación y la literatura fantástica que floreció entonces (Kafka, surrealismo, expresionismo, absurdo). El Holocausto se basó en el ocultamiento, la mentira y la incitación, entrelazados, y por eso la mezcla de conocimiento y desconocimiento y la incapacidad de saber y creer.
El antisemitismo venenoso penetró tan profundamente en Hitler solo porque era demagogia absoluta, el pináculo de la demagogia, demagogia pura, y por eso como demagogo tanto se dejó arrastrar por ella como la alimentó, porque allí podía tocar la parte irracional y montarla, ese es el tigre que lo llevó arriba. Por eso no es solo Hitler sino toda la situación en Europa antes del Holocausto del antisemitismo moderno. El antisemitismo era el agujero ontológico más amplio, el lugar donde verdad/mentira más se difuminaron y se volvieron líquidos, y por lo tanto el punto central y de partida de toda poción de propaganda, porque esta era la propaganda más antigua y profunda y arraigada en el pasado, precisamente por la historicidad profunda en el tiempo de los judíos - propaganda que permaneció relevante en el aire durante dos mil años.
Es decir, una mentira que existió durante miles de años, y por lo tanto alcanzó la profundidad de una verdad, es una mentira especialmente destructiva (que es obligatorio desarraigar), porque cualquiera que quiera mentir puede comenzar desde allí para colapsar el sistema de verdades. Así como una contradicción lógica puede colapsar todas las matemáticas, así una maldad básica puede colapsar toda la moral, en el momento en que se convierte en punto de partida. Y de ahí precisamente la importancia de la ontología contra la demagogia, y el error de abandonar la polémica socrática en el mercado contra ella y el encierro platónico en la academia. El filósofo debe aspirar al encuentro con su enemigo - el demagogo.
En realidad comenzó con la demagogia del cristianismo, Jesús fue quien comenzó una tradición de predicación. Moisés no era un predicador, ni Muhammad, ellos eran profetas. Jesús no era un profeta. La profecía es mucho menos peligrosa, porque trae contenido desde arriba y no adula el contenido desde abajo. No monta el tigre sino que habla en nombre del león. Hay profeta verdadero, falso - el profeta habla en nombre de la verdad, y el predicador habla en nombre del habla. Por eso la filosofía del lenguaje es otra expresión del peligro nazi. La preocupación por la forma de hablar y no por el contenido. Y así también todo el arte moderno. Por lo tanto, si hay una conclusión que sacar es la verdad, y no lo bueno o lo bello o lo democrático.